¿A cuántas personas hemos dejado abandonadas en estaciones de esperas del viaje hacia delante del tren de nuestra vida?
PENÉLOPE
Fue una tarde de primavera,
y fui caminante que hizo camino
y encontró cobijo en el calor de tu pecho.
Te vi desde la ventanilla del vagón,
sobre tus zapatitos de tacón
y mi promesa se vistió de sauce desnudo
aquella tarde plomiza de abril.
Triste en la espera
de mi imposible regreso,
siento el brillo de tu mirada
cuando llega a la estación
el pitido de un tren ajeno.
Pasaron los inviernos
y su color se posó en mi sien
ahora pude volver, marchita la historia,
cargada la maleta de vital equipaje.
Tu sonrisa me destrozó,
el mismo bolso de piel marrón,
sobre los mismos zapatitos de tacón,
pero yo no soy a quien esperas.
Y vuelvo a partir
con la maleta de piel marrón vacía de ti,
y el recuerdo de Penélope.
jueves, 23 de junio de 2022
Signemos contornos, abramos el debate, desmenucemos el binomio guerra-paz; la ruptura es el medio, la paz solo fin.
En nuestro tiempo, nidal de los grandes cambios, en la apariencia controladora del hombre sobre la perfecta redondez de su círculo, se reinicia el ámbito completo de la historia, dicotomía eterna, la que nunca acaba. Se repropone cauta y nuevamente empieza y, mientras, el progreso que es siempre la panacea, traza enfático la línea temporal del esbozo de un pacífico futuro.
La paz será el final útil de los conflictos, pero nunca será el medio, lo permanente es la guerra.
La paz es tan solo el período vivido entre guerra y guerra.
GUERRA
Y PAZ
Danzan
Eirene y Ares,
espalda
con espalda,
alzan
el vuelo sus pies
sobre
el tapiz perlado y alpino
de la
morada de la argiva Europa.
Aire
que ya es pólvora,
que
ahuyenta los sueños,
fingida
la luz solar
que
ahora nace de un estruendo;
la
mano que yace inerte, y una alianza.
Danzan
si mirarse
Ares
de ojos azules,
Eirene,
pelo trigueño,
suena
al compás de Stravinski
un
poema de Tarás Shevchenko.
La
discordia es alba,
manzana
que ya es pólvora,
y el
lagrimal de sus mares
a la
ilusión humana ahoga,
tiñe
de vanos anhelos sus aguas.
Un
morlaco blanco
con
ínfulas de dios
y la
lujuria de humano,
viene
a raptar a la princesa,
la
lleva sobre sus hombros a cuestas.
El
llanto de un niño,
el
trino que no se oye,
el
gato que ya no maúlla,
saben
a pólvora quemada
¿Hablamos
de paz? ¡nadie nos escucha!
sábado, 11 de junio de 2022
¿Cuántas ilusiones nos dejamos por el camino? ¿Cuántas promesas incumplidas, cuántos castillos en el aire? ¿Cuánto equipaje sin usar nos dejamos en la maleta de viaje que guardamos en el altillo de nuestra mente?
LA MALETA
Yo tengo una
maleta que quería ser baúl,
acompañante de la
farándula,
guardadora de
secretos y telas usadas,
rosas
deshidratadas entre los folios de un contrato
y la ropa
interior, que alguien no se puso,
un día cualquiera.
Quería oler a tablas
de escenarios,
a boleros y
tangos, aún el último
aunque no fuera en
París,
o aprehender,
entre sus correas elásticas,
una nariz de
payaso
y un saxo de color
blanco.
Yo tengo una
maleta que quería ser baúl,
para que no la
guardaran
en el altillo lúgubre
de un armario,
en la eterna
espera de un imposible viaje.
Mi maleta es de
cuero marrón, clásica
y chapada a la
antigua, incluso clasista,
menosprecia a las
sansonites
por su carencia de
personalidad propia.
Incluso, una vez,
prefirió ser mochila
prestada a un
amigo hippy
que la llevara a
las playas ibicencas,
pero el hippy era
demasiado hippy
y el cuero marrón
no casaba con los verdes.
Un viaje nunca
emprendido
con el que aún
sueña.
Tengo una maleta
en el altillo
que quería ser baúl
de la farándula.
A veces, en las
noches de verano
del ropero se oye,
tenue, un quejido.
¿Se habrá quedado
encerrado el gato?
abro y rebusco
entre la ropa inerte:
nada,
una y otra noche:
nada de nada.
lunes, 6 de junio de 2022
Hoy es el día internacional de l@s niñ@s inocentes victimas de agresión, que no se yo quien es el ponenombres que pone los días, ¿es que acaso hay algún nIñ@ que no sea INOCENTE?. Que ajenos vivimos a lo que ocurre en el mundo, pues bien, yo me he propuesto que, al menos hoy, dejemos esa cómoda ajenidad y seamos conscientes de los datos y conscientes de que cada dígito es un o una niñ@ agredid@.
Violencia sexual: Alrededor de 120 millones de niñas menores de 20 años en todo el mundo (alrededor de 1 de cada 10) han experimentado relaciones sexuales por la fuerza u otros actos sexuales forzados, y 1 de cada 3 niñas adolescentes de 15 a 19 años que estuvieron alguna vez casadas (84 millones) ha sido víctima de violencia emocional, física o sexual por parte del esposo o compañero.
La prevalencia de la violencia por parte de la pareja es del 70% o superior en la República Democrática del Congo y Guinea Ecuatorial, y se acerca al 50%, o lo supera, en Uganda, la República Unida de Tanzania y Zimbabwe. En Suiza, un estudio nacional de niñas y niños de 15 a 17 años realizado en 2009 encontró que el 22% y el 8%, respectivamente, habían sufrido al menos un incidente de violencia sexual con contacto físico. La forma más común de violencia sexual para ambos sexos fue la victimización a través de Internet.
Homicidio: una quinta parte de las víctimas de homicidio en todo el mundo son niños y adolescentes menores de 20 años, lo que representó cerca de 95.000 muertes en 2012.
El homicidio es la primera causa de muerte entre los hombres de 10 a 19 años en Panamá, Venezuela, El Salvador, Trinidad y Tobago, Brasil, Guatemala y Colombia. En Nigeria se produce el mayor número de homicidios infantiles, 13.000. Entre los países de Europa Occidental y América del Norte, la tasa más alta de homicidio se produce en los Estados Unidos.
Bullying: algo más de 1 de cada 3 estudiantes de entre 13 y 15 años en todo el mundo sufren actos de acoso escolar; en Samoa, la proporción es de casi 3 de cada 4.
Casi una tercera parte de los estudiantes de 11 a 15 años de Europa y América del Norte dijeron que habían intimidado a otros: en Letonia y Rumania, casi 6 de cada 10 admitieron haber intimidado a otros compañeros.
Disciplina violenta: alrededor de un 17% de los niños de 58 países están sujetos a formas graves de castigo físico (golpes en la cabeza, las orejas o la cara o golpes duros y repetidos).
Más del 40% de los niños de 2 a 14 años sufre castigos físicos graves en el Chad, Egipto y Yemen. A escala mundial, 3 de cada 10 adultos creen que el castigo físico es necesario para criar bien a los niños. En Swazilandia, el 82% dijo que el castigo físico era necesario.
Actitudes hacia la violencia: cerca de la mitad de todas las adolescentes de 15 a 19 años (alrededor de 126 millones) creen que está justificado que un marido golpee a su esposa en determinadas circunstancias. La proporción se eleva al 80% o más en el Afganistán, Guinea, Jordania, Mali y Timor-Leste.
En 28 de 60 países con datos para ambos sexos, una mayor proporción de niñas que de niños creen que golpear a una mujer está a veces justificado. En Camboya, Mongolia, Pakistán, Rwanda y Senegal, hay el doble de posibilidades de que las niñas crean que a veces está justificado que el marido golpee a su esposa, en comparación con los niños. Datos de 30 países sugieren que alrededor de 7 de cada 10 niñas de 15 a 19 años que han sido víctimas de abuso físico y/o sexual nunca han buscado ayuda: muchas dijeron que no pensaban que se tratara de maltrato o no lo consideraban un problema.
“A menos que nos enfrentemos a la realidad que cada una de estas estadísticas representa —la vida de un niño al que se le priva el derecho a una infancia segura y protegida– nunca vamos a cambiar la mentalidad de que la violencia contra los niños es normal y admisible. No es ninguna de las dos cosas”.
NIÑEZ LACERADA
No es mármol
jaspeado,
la veta de color
es una falla
en la blanca
superficie del mineral.
Ni la arena mojada
de sal
tiene el mismo
color que la arena seca
ni el cielo sin
nubes
mantiene su
celeste sin tacha
cuando la estela
del reactor lo hiere.
No es la misma
palmera,
la que se queda
vencida
al paso del
huracán
ni es el mismo el
amigo
ni el enemigo
ni el amante
ni el hermano al
que se insulta
por vez primera.
No son los mismos
ojos inocentes,
ahora mirada
perdida,
futuro desierto
sin luz
de la niñez.
¡No me lo toquen!
¡No me la toquen!
¡Aparten de ella
ese cáliz!
¡Aparten de él esa
condena!
La niñez ha de
volar libre,
navegar libre,
correr libre,
pasear por los
albores de la vida
sin encontrar el
ogro,
o el lobo,
o el malo de los
cuentos.
miércoles, 1 de junio de 2022
No nos damos cuenta, inventamos dioses justificando nuestra existencia y nos engreímos en ser tan grandes que no sabemos encajar, en nuestra razón de humanos, que tan solo somos frutos del azar, de una caprichosa casualidad química. Materia que cobró vida y tomó conciencia de ser, polvo de estrellas que la pura evolución ha trastocado hasta convertirse en imagen y semejanza de alguien, cuando solo era algo. O ¿tal vez no?.
FRUTOS DEL AZAR
Digamos pronto lo que aquí nos trajo:
la sospecha del juego de la vida,
levedad, e inocencia primigenia
sorteando llanos, cimas y abismos.
Lo otro en nuestro discurso,
lo que ya nunca tenemos en cuenta
cuando nos creemos el As de picas,
aquello encerrado en su propio espacio,
—limitado espacio de una baraja.
Digamos pronto, antes que nos lo digan:
¡somos fruto de la casualidad!,
aquella indolente y azarina estrella
que desmonta dioses infantiloides
e inocencias de cielos prometidos,
como premio que sufre el universo
del juego poco serio
de algún Dios jugando a tirar los dados.
¿Y si pudieran ver los demás a través de nuestros ojos, sentir lo que nosotros sentimos, ser voz y parte de nuestros propios pensamientos? Quizás sea la única forma de sofocar la incertidumbre que provoca la incomprensión. Quizás podamos entender el porqué los otros ven colores diferentes a los que nosotros percibimos, y ahorrarnos explicaciones vanas para justificar nuestros propios actos, o tal vez sea más sencillo intentar mirar nosotros al través de los ojos ajenos y ver el mundo como el mundo nos ve a nosotros.
UN POEMA NACE DE REPENTE
No se pueden restañar heridas invisibles
Ni existe botón de reinicio para la vida
Ni se puede restaurar la sesión que ya avanza
al ritmo del duro acero que horada inclemente.
No es posible ver, al través de ojos exigentes,
si no soportan que los míos vean poesía,
ni que gocen, sueñen y sufran de otra manera,
versos que dictan mi sentencia: condena a muerte.
No quiero vivir en soledad esta Odisea,
mientras Penélope teje su manta indolente
y desteje cada noche, en su indolencia oscura.
Compongo, pobre incauto, entre el nublado y el relente,
sobre la mesa, una pena clama ser escrita,
y en el papel, un poema nace de repente.
Es difícil emprender el viaje de la vida.
Por mucho que se crucen con el nuestro los caminos de otras vidas, siempre hacemos el viaje en solitario. Enfrentamos obstáculos, nos marcamos metas a veces imposibles de traspasar, logramos objetivos, perdemos personas queridas, olvidamos amores y comenzamos a amar de nuevo, vamos perdiendo inocencia y ganando experiencia con cada paso que damos. A veces la confusión es tal, que no sabemos distinguir entre el sendero y el caminante, pero lo que nunca debemos olvidar es el camino de casa, la vuelta al punto de partida, nuestra identidad, lo que nos vincula a la naturaleza y los demás seres.
YA PUEDEN
Ya puede la oscuridad del mar
ser más negra que el vantablack,
confundir, incluso, al Leviatán
que se pierde en sus profundidades.
Ya puede el laberinto ser tan entrincado
que el propio Minotauro no encuentre la salida.
Ya puede existir un desierto
de arenas movedizas;
una galaxia de agujeros negros,
sin estrellas;
una mente obtusa,
un idioma ignoto;
un olor a muerte impregnando la piel;
un pasillo del terror de “El resplandor”.
Ya pueden escarbar tumbas para almas
en un cementerio sin noches,
cambiar el nombre de todas las calles,
o destruir ciudades
al paso de las botas marciales,
que yo siempre encontraré el camino a casa.
En esta última semana he hablado con un par de compañer@s en la poesía sobre el silencio. Es extraño que, cuando lo buscamos con intención, suele escabullirse y hacer tremendamente cara su adquisición. Sin embargo, cuando nos hace daño su presencia, o nos incomoda, o no la queremos, aparece y se pega a la piel con la fuerza de lo imprevisto.
A mi me enamora el silencio para según que cosas, me gusta trabajar en silencio, escribir en silencio, leer en su compañía, meditar, el silencio del fondo del mar, el del campo en noche cerrada y estrellada... me gustan muchos silencios y voy a su caza y captura cada vez que puedo. Más hay un silencio que me abarca y me abate, un negro silencio que me desmonta y estrangula el alma y no es otro que el silencio de las ausencias.