Signemos contornos, abramos el debate, desmenucemos el binomio guerra-paz; la ruptura es el medio, la paz solo fin.
En nuestro tiempo, nidal de los grandes cambios, en la apariencia controladora del hombre sobre la perfecta redondez de su círculo, se reinicia el ámbito completo de la historia, dicotomía eterna, la que nunca acaba. Se repropone cauta y nuevamente empieza y, mientras, el progreso que es siempre la panacea, traza enfático la línea temporal del esbozo de un pacífico futuro.
La paz será el final útil de los conflictos, pero nunca será el medio, lo permanente es la guerra.
La paz es tan solo el período vivido entre guerra y guerra.
GUERRA
Y PAZ
Danzan
Eirene y Ares,
espalda
con espalda,
alzan
el vuelo sus pies
sobre
el tapiz perlado y alpino
de la
morada de la argiva Europa.
Aire
que ya es pólvora,
que
ahuyenta los sueños,
fingida
la luz solar
que
ahora nace de un estruendo;
la
mano que yace inerte, y una alianza.
Danzan
si mirarse
Ares
de ojos azules,
Eirene,
pelo trigueño,
suena
al compás de Stravinski
un
poema de Tarás Shevchenko.
La
discordia es alba,
manzana
que ya es pólvora,
y el
lagrimal de sus mares
a la
ilusión humana ahoga,
tiñe
de vanos anhelos sus aguas.
Un
morlaco blanco
con
ínfulas de dios
y la
lujuria de humano,
viene
a raptar a la princesa,
la
lleva sobre sus hombros a cuestas.
El
llanto de un niño,
el
trino que no se oye,
el
gato que ya no maúlla,
saben
a pólvora quemada
¿Hablamos
de paz? ¡nadie nos escucha!
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