¿A cuántas personas hemos dejado abandonadas en estaciones de esperas del viaje hacia delante del tren de nuestra vida?
PENÉLOPE
Fue una tarde de primavera,
y fui caminante que hizo camino
y encontró cobijo en el calor de tu pecho.
Te vi desde la ventanilla del vagón,
sobre tus zapatitos de tacón
y mi promesa se vistió de sauce desnudo
aquella tarde plomiza de abril.
Triste en la espera
de mi imposible regreso,
siento el brillo de tu mirada
cuando llega a la estación
el pitido de un tren ajeno.
Pasaron los inviernos
y su color se posó en mi sien
ahora pude volver, marchita la historia,
cargada la maleta de vital equipaje.
Tu sonrisa me destrozó,
el mismo bolso de piel marrón,
sobre los mismos zapatitos de tacón,
pero yo no soy a quien esperas.
Y vuelvo a partir
con la maleta de piel marrón vacía de ti,
y el recuerdo de Penélope.
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