sábado, 14 de septiembre de 2024

 Ya se acaba el verano y ahora me asaltan recuerdos de la playa de mi niñez, adolescencia y juventud, de los que están y los que se fueron, y permanecen en las arenas del pasado. (Click sobre enlace o imagen para ver videopoema)


LA PLAYA

 

Si rascaras mi piel

te llenarías las uñas de arena,

porque soy la playa de mis recuerdos.

 

Aún tengo, entre mis dedos,

la trenza de una cometa ligera,

de caña y papel de periódico,

cantando sueños al vuelo.

 

Como las mareas de Santiago

devoran sin piedad la orilla,

a mí me devora la añoranza,

y las notas de armonías perdidas.

 

Yo corrí por la corriente

cabalgué sobre las olas,

y mi pelo fue sal

y mis ojos aguamarinas,

mi espalda reposa,

sobre tablas rojiblancas,

esperando las voces,

que fueron algún día.

 

Adoro el hurgar del Atlántico

entre mis pies de orilla,

hasta fundirlos en el sílice,

como si fuera clepsidra

marcadora de años.

 

Llevo la vida empeñada,

siguiendo la huella, de una sombra descalza,

sobre la arena seca

—pero siempre se la lleva el levante.

 

Le disputé a una gaviota

el altozano de una torreta,

para poder divisar la sombra descalza,

pero perdí la disputa

y gané su encono.

Allí quedaron,

torreta, gaviota y sombra

sobre la playa de mis recuerdos.

 

Intenté formar una escollera,

con la piedra dura de mis errores,

para contener los temporales,

pero mi piel es de arena

y grano a grano se diluye

y ya no hay quien la contenga.


 Cuando uno quiere apartarse de todo, ha de tener un mundo propio donde refugiarse, donde huir de la rutina que devora la imaginación...(Click sobre imagen o enlace para ver videopoema)


EL MAR  Y EL PANORAMA DE UNA HUIDA

 

Ya lo dijo el poeta, sin temblarle la intención:

"hay barcos que buscan ser mirados

para poder hundirse tranquilos",

yo prefiero el anonimato del hundimiento,

entre cumbres de olas y sus aerosoles,

en el silencio de la soledad más absoluta,

en el estruendo de tragarse la ola a si misma.

 

No hay nada más digno que desaparecer

donde nadie pueda encontrarte

donde se haga inútil la búsqueda

a donde nadie se atreva a buscarte.

 

Allí mi corazón no dejará de latir,

tomará la forma de un caballito de mar,

que cuidará de sus versos no natos

adosados a su vientre.

 

No habrá aire que incordie mi peinado,

que haga volar mi sombrero Panamá.

Podré dialogar con la palabra que me falta,

aún exhibiendo mis vergüenzas

en ingrávida desnudez.

 

Entregaré a los tiburones

mi pecho devorado,

y, mientras me curten las heridas,

acariciaré sus pieles de papel de lija.

 

Ya no buscaré cielos de promesas vanas,

en mi naufragio, tan solo existe agua,

no hay más cielo que arrecifes,

—ángeles y arcángeles, serafines de coral—

una catedral ensolada de sílice,

donde descansa mi piel de escamas,

y suena un cuarteto de cuerda,

de cangrejitos violines,

cuando canto tu amado nombre

con mi voz de caracola.


 Pasan los años y llega el día en que no nos reconocemos en el ser que habitamos. (Click sobre enlace o imagen para ver videopoema)


Pero ¿Quién duerme sobre mi mismo lecho?

¿Quién ocupa la piel que me corresponde?

inspira y exhala palabras que no digo,

como mimo, que mueve inane los labios,

sin sonidos ni idea de a quien responde.


Lo veo decidido a lucir mis méritos,

a tomarse sorbo a sorbo mi café,

a disponer de mi tarjeta de crédito

aunque mi crédito bancario sea cero

a trasponer mi mundo de su revés.


Me preocupa más bien poco el dinero

más me jode lo del mérito y el café,

que hurgue sin contraseñas en mis archivos,

o en los calzoncillos limpios del cajón

o que sobe a mis gatos o a mi mujer.


¿Quién? o ¿Quién puñetas es ese dormido?

se coló en mis sueños sin pagar entrada 

y pulula por mis senderos y olvidos,

ese que respira cuando yo me callo,

apropiándose mi sofá y mi almohada.


Ando desubicado, ayer, ayer mismo,

como todas las noches, otoño o invierno,

mi cuerpo desnudo daba forma al tálamo

pero hoy, hoy mismo, otro cuerpo igualito al mío

viste pijama debajo de mis sábanas.


Intento quejarme de esta ingravidez,

pero mi garganta la posee el otro,

ni tengo mis manos para hablar por signos,

ni cara para poner alguna mueca,

ni el espejo devuelve mi propia imagen.


¿Quién es la persona que hoy me está habitando?

No renuncié ni firmé renuncia alguna

para abandonar mi hábitat natural,

sólo emprendí una harmonía en do mayor

pero las cuerdas renunciaron por torpes


Quizás esa sea la única razón

una razón del harpa o de la guitarra,

mi cuerpo el instrumento siempre vivido,

perfecto en melodías y ejecución,

hoy, simplemente, suena desafinado.


 Somos tan poca cosa y tan importantes nos creemos, que una simple tormenta de verano nos pone en nuestro sitio. (Click sobre imagen o enlace para ver videopoema)


TORMENTA DE VERANO

 

La tarde se equivocó y se vistió de nubes,

la brisa, casi calma, tornó en temporal,

un cielo, azul matutino, quejó en graznido,

gaviotas volviendo al refugio de azoteas.

 

Se asoma la grevillea, por mi ventana,

colmada de alas de tórtolas y palomas,

que parecen buscar, en el árbol de fuego,

el refugio templado que le ha hurtado el día.

 

Muda quedó la plaza, sin voces infantes,

empieza a sonar un tintineo gris y húmedo,

desfilan, en tercien, las últimas sombrillas.

 

Antes calles, ahora afluentes, nuevos ríos

se afanan, llevándose a la mar lo perdido,

nada somos en la tormenta de verano.


 Ya se acaba el verano y ahora me asaltan recuerdos de la playa de mi niñez, adolescencia y juventud, de los que están y los que se fueron, ...