Pasan los años y llega el día en que no nos reconocemos en el ser que habitamos. (Click sobre enlace o imagen para ver videopoema)
Pero ¿Quién duerme sobre mi mismo lecho?
¿Quién ocupa la piel que me corresponde?
inspira y exhala palabras que no digo,
como mimo, que mueve inane los labios,
sin sonidos ni idea de a quien responde.
Lo veo decidido a lucir mis méritos,
a tomarse sorbo a sorbo mi café,
a disponer de mi tarjeta de crédito
aunque mi crédito bancario sea cero
a trasponer mi mundo de su revés.
Me preocupa más bien poco el dinero
más me jode lo del mérito y el café,
que hurgue sin contraseñas en mis archivos,
o en los calzoncillos limpios del cajón
o que sobe a mis gatos o a mi mujer.
¿Quién? o ¿Quién puñetas es ese dormido?
se coló en mis sueños sin pagar entrada
y pulula por mis senderos y olvidos,
ese que respira cuando yo me callo,
apropiándose mi sofá y mi almohada.
Ando desubicado, ayer, ayer mismo,
como todas las noches, otoño o invierno,
mi cuerpo desnudo daba forma al tálamo
pero hoy, hoy mismo, otro cuerpo igualito al mío
viste pijama debajo de mis sábanas.
Intento quejarme de esta ingravidez,
pero mi garganta la posee el otro,
ni tengo mis manos para hablar por signos,
ni cara para poner alguna mueca,
ni el espejo devuelve mi propia imagen.
¿Quién es la persona que hoy me está habitando?
No renuncié ni firmé renuncia alguna
para abandonar mi hábitat natural,
sólo emprendí una harmonía en do mayor
pero las cuerdas renunciaron por torpes
Quizás esa sea la única razón
una razón del harpa o de la guitarra,
mi cuerpo el instrumento siempre vivido,
perfecto en melodías y ejecución,
hoy, simplemente, suena desafinado.
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