A los que, como a, nos apasiona escribir, en algún momento se nos ha presentado la cruz del "quedarnos en blanco". Es una sensación de vacío, de no estar en el lugar ni en el momento adecuado, es decir, estar fuera de lugar. Pero, al final todo llega, también la inspiración, cuando menos te lo esperas.
HORAS SIN ACENTO
Son ahora esas horas sin acento,
cuando nada ocurre y todo sucede,
que dejan al poeta sin imágenes,
trucando el papel en muro de acero.
Y me siento inerte, vegetal, básico,
mientras resuena el rumor de la calle
en oídos sordomudos recientes.
La persiana, antiguos ojos de plástico,
reflejo caprichoso en la pared,
es reja de cárcel sobrevenida,
y el bolígrafo es un clavo acerado,
mi crucifijo de la cruz "en blanco".
Espero que llovizne en mi azotea
palabras como agua para mi sed,
empapar las raíces de quebrantos,
de gozos, o de mentiras, si acaso
la verdad viene desnuda de piel.
Llaman a la puerta, mas ya no soy.
Poco a poco, sin darme apenas cuenta,
la persistente sequía de versos
me ha ido diluyendo hasta ser poema.
Ahora llaman, que otro abra.
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