Este finde, aprovechando el tema tratado en el Grupo Literario El Ventanal: "La literatura modernista", compuse este soneto en alejandrino a modo de queja por la testarudez humana que le impide aprender, de desgracias pasadas, para evitar que se reproduzcan en el presente o en el incierto futuro. Tanto hemos esquilmado a la naturaleza con nuestra contaminación y nuestras guerras, que al final tan solo dependemos del polen y las abejas, tan poca cosa somos y cuánto daño hacemos.
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¿ACASO APRENDIMOS?
Trota el caballo bayo, con su mortaja altiva,
sajando hilos al paso, tejidos por la Parcas
sobre el huso breve, que toda la vida abarca.
Es un credo absurdo, es el destino a la deriva.
¿Quién guarda los sellos? ¿Quién el pergamino estiba?
Nada en las manos ni monedas para la barca,
cien años de penas, perdido en la estigia charca,
rogando a Caronte por su gratuidad nociva.
¿Acaso la historia no nos sirvió de docencia?
Prosigue hiriendo almas el hierro de las lentejas,
Némesis campa libre, con disfraz de inocencia.
La verdad, esclava de la paz y de sus quejas,
surte maná a la guerra, trufada de indecencia,
y el destino es solo polen para las abejas.
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