¿Cuántas veces nos hemos visto abocados a una discusión sin sentido?, a una batalla sin tregua por tan solo alguna nimiedad. Nos vestimos de camuflaje y disparamos palabras hirientes sin pensar que, en esta guerra, nunca hay vencedores ni vencidos. Tan solo causamos una victima colateral, la desgastamos con cada enfrentamiento, le causamos heridas profundas, a veces imposibles de sanar, hasta que lo rompemos definitivamente y lo matamos para siempre. Esa única víctima es el amor.
DOBLAR LA ESQUINA
Prever lo que sin duda acontece,
al doblar la esquina de tus certezas,
para mis ojos no es una sorpresa:
el amor en batalla, muere en todas.
Entre síes y noes, él perece,
sin camposanto que cubra su fuerza
ni crematorio que creme la empresa
del amor en guerra, victima en todas.
Sé que cruzar el Rubicón es muerte,
más la armonía aún es inconsciente,
inocencia del que cree estar vivo.
Y pienso que mi password es: “quererte”,
para entrar al sorfware de tu mente,
pero ya no me encuentro en tus archivos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario