El pasado martes tuvo lugar la Tertulia Literaria del Ateneo de Cádiz. El tema que se trató en los diversos trabajos que se leyeron fue "El mundo rural". Difícil reto para este urbanita que tan solo disfrutaba del campo, en su niñez, los domingos que hacía bueno. No obstante, y tomando lo que conozco, que es la ciudad, en el videopoema de este finde utilizo la psicología inversa para, denostando un poco la vida urbana, tratar de enardecer al mundo rural.
EL PUEBLO NO
EXISTE
Parece que el
pueblo no existe
desde la
atalaya de cemento de la ciudad.
Aquí, los
árboles, son de hojas perennes,
el otoño no
deshoja la rutina de los carteles,
ya no llegan a
tu balcón las oscuras golondrinas,
el claxon, de
un desesperado, es el grillo molesto,
las noticias
matinales, el gallo cantor.
El sol nace
entre torres de cristal y hierro
y muere tras la
sombra de un semáforo.
Negra la yerba
de asfalto,
de cuadritos
grises las veredas.
Caras sin
rumbo, vidas desconocidas,
sorprendidas
por unos buenos días
que ni siquiera
contestan.
Carteros sin
nombre y sin reparto.
Pan del día, ni
huele a pan ni dura un día.
El arado es un
ruidoso martillo neumático,
la segadora, el
camión de la basura.
Tierra
escondida en los ojos que fueron,
simiente
estéril de humos y nieblas.
El agua mana de
botellas de plástico reciclable,
la fruta cuelga
del stand del supermercado,
la carne la
fabrican envasada en corcho blanco y film,
ni nos preocupa
la matanza ni pensamos en ella,
Bien pudiera
parecer, desde esta atalaya,
que el pueblo
no existe.
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