sábado, 3 de diciembre de 2022

 El pasado martes tuvo lugar la Tertulia Literaria del Ateneo de Cádiz. El tema que se trató en los diversos trabajos que se leyeron fue "El mundo rural". Difícil reto para este urbanita que tan solo disfrutaba del campo, en su niñez, los domingos que hacía bueno. No obstante, y tomando lo que conozco, que es la ciudad, en el videopoema de este finde utilizo la psicología inversa para, denostando un poco la vida urbana, tratar de enardecer al mundo rural.


EL PUEBLO NO EXISTE

 

Parece que el pueblo no existe

desde la atalaya de cemento de la ciudad.

 

Aquí, los árboles, son de hojas perennes,

el otoño no deshoja la rutina de los carteles,

ya no llegan a tu balcón las oscuras golondrinas,

el claxon, de un desesperado, es el grillo molesto,

las noticias matinales, el gallo cantor.

 

El sol nace entre torres de cristal y hierro

y muere tras la sombra de un semáforo.

 

Negra la yerba de asfalto,

de cuadritos grises las veredas.

 

Caras sin rumbo, vidas desconocidas,

sorprendidas por unos buenos días

que ni siquiera contestan.

 

Carteros sin nombre y sin reparto.

 

Pan del día, ni huele a pan ni dura un día.

El arado es un ruidoso martillo neumático,

la segadora, el camión de la basura.

 

Tierra escondida en los ojos que fueron,

simiente estéril de humos y nieblas.

 

El agua mana de botellas de plástico reciclable,

la fruta cuelga del stand del supermercado,

la carne la fabrican envasada en corcho blanco y film,

ni nos preocupa la matanza ni pensamos en ella,

 

 

Bien pudiera parecer, desde esta atalaya,

que el pueblo no existe.

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