martes, 25 de octubre de 2022

A veces la poesía se convierte en queja, en protesta en reivindicación, en grito sordo del poeta. Hoy, mi videopoema, está inspirado en el miedo y en la rabia, y en la impotencia.

Suenan tambores de guerra; la palabra que debiera desaparecer de todos los diccionarios, de todas las lenguas. 

La paz es prostituida con la firma en papel mojado de tratados y armisticios, y la tinta invisible de la pluma de los poderosos.

Una marioneta, el Batillo de Europa, siempre manejada por hilos ajenos, por las manos extrañas de América, Rusia o, cada vez más, China… y resulta que es el sitio donde vivimos y no podemos decidir sobre la suerte que corremos.




 

SIEMPRE EUROPA

 

La mar no es el enemigo, es camino.

Cobarde la emboscada del gabacho

que a estribor y babor cobra las vidas

del Marqués Cardeñosa y su galeón.

 

El velamen volando entre dos aguas,

perdidos trinquete, mesana y mayor,

escuálidos tripulantes y escuadra,

lucha con mendrugos y escorbuto

mueren de a diez en la bahía.

 

Ni la Paz de Westfalia,

ni la de los Pirineos

Treinta años de batallas,

siempre Europa

siempre la misma Europa, que se desangra,

 

Los cincuenta de Versalles

no taponaron profundas heridas

volcanes que supuran odios eternos

ojos que destilan venganzas incumplidas.

 

Ni los cuarenta y nueve de San Francisco

ni el Código de Nüremberg

ni los acuerdos del setenta y nueve de París

ni las brasas aún calientes de la guerra fría.

 

Ni la pluma sin tinta

que firma tratados y promete paz

 

Antes pedreros y falconetes y bombardas,

ahora drones y misiles intercontinentales,

siempre Europa

siempre la misma Europa, que se desangra,

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