Mariupol. Sin más comentarios.
MARIUPOL
Las gruesas cortinas
toman cuerpo de aire
para hacer soportable la espera.
Amanecen luces y brillos
sobre el blanco tapiz de la techumbre,
sombras nuevas danzan con las cortinas,
la mirada se resiste a ser de nuevo hormigón
y a temblar al ritmo de una triste bombilla.
Por un momento, todo es silencio
en la ilusión de ser un día antes.
De repente alzan el vuelo alas de cristal,
las cortinas aumentan de talla su figura de aire,
y toda la estancia se vuelve luz.
Sangre gris mana de esa luz,
inmóvil carrusel que todo transforma,
el blanco tapiz se tiñe de silencios
y ya todo se apaga,
ni tú ni yo ni tú tampoco
ni nada, nada, nada.
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