sábado, 26 de febrero de 2022

 Hoy, como todos los último sábados de mes, tuvimos tertulia poética. Esta vez los elementos atmosféricos quisieron asistir a ella y hubo que cambiar de ubicación, el Poniente clausuró el Parque de Genovés y nos acogió el baluarte de la Candelaria. Cualquier enclave es bueno para declamar.

El tema fue "El orgullo". Para mí es un sentimiento ancestral que se da tanto en seres humanos, como en el resto de la fauna de este planeta ¿Quién no recuerda algún documental de la sabana en la que la madre leona, después de cazar a su presa, la traslada orgullosa a donde la manada para alimentar a sus cachorros?, incluso algunos poetas le otorgan ese sentimiento a algún árbol, el orgulloso Carbayón, el humilde roble, la soberbia secuoya...

En mi poema de este finde utilizo los cuatro elementos sublunares o mejor conocidos como los cuatro elementos de la antigüedad presocrática, como referentes de la naturaleza del orgullo. En sus extremos el orgullo, o es soberbia, o es humildad.


LOS CUATRO ELEMENTOS

 

Aire, de tu prendado pecho bebo,

me embriago sin remedio

cuando se convierte en mi nombre

al susurro de tus labios humildes.

 

Aire, huracán que brama de tus ojos,

me aturde sin remedio

cuando se convierte en reproche,

por el grito de tus labios soberbios.

 

Tierra, la arena de tu piel desnuda

—todas las horas marca—

cae grano a grano, roce a roce,

la caricia de tus manos humildes.

 

Tierra, cual sismo que tu piel genera

—todos mis miedos marca—

temor de verte en otros brazos,

los que acaricien tus manos soberbias.

 

Agua, olas son las curvas de tu cuerpo,

sueños suaves de luna,

al alba, el vaivén de tus besos,

al designio de tu mirada humilde.

 

Agua, la tempestad que me sublima,

pesadillas de luna,

al alba el deseo se olvida,

designio de tu mirada soberbia.

 

Fuego, calidez de palabra y hogar,

—sol, tu pelo me abriga—

el verso que tu boca calla,

el poema de tus senos humildes.

 

Fuego, fulgor hiriente en la disputa,

el rayo que hende el alma,

amor que muere en el desprecio

del silencio de tus senos soberbios.



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