La verdad es que no recuerdo
cuando empecé a juntar palabras con la pretensión de componer osados versos. Desde
muy niño me apasionaba la lectura de las composiciones de los grandes clásicos
del siglo de oro español, del romanticismo, de las generaciones del 98, del 27,
del 36, del 50…, incluso leía a Virgilio, Horacio, Ovidio, etc. Bebía de las
rimas de Becquer, de la bravuconería del pirata de Espronceda, de la
sensualidad de Los Sonetos del Amor Oscuro de Lorca, de las genialidades de Góngora
y Quevedo, y de tantos y tantos poemas y poetas que me resultaría imposible
enumerarlos en este momento, en pro de la brevedad y amenidad del mensaje.
Quizás por pudor, por respeto, por humildad… mis versos quedaban guardados en cuadernos
cerrados, sin ver la luz de otros ojos lectores que no fueran los de mis
queridos más cercanos. Hasta que se cruzó en mi camino un editor, más osado que
yo, que se atrevió a publicar mis poemas; y ya van dos poemarios y lo que te
rondaré moreno. Gracias Manuel, no me cansaré nunca de agradecerte tu valentía.
El videopoema de este finde habla, precisamente, de mi interacción con la poesía, de mis musas, de mis luces y de mis sombras, de todo hay en la singladura de un poeta.
SOL DE MEDIA TARDE
No sé cuándo me desdoblé por primera vez,
quizás fuera justo a las luces
que prolongan los amaneceres de la vida;
solo sé que una barquilla me surcó la frente
y que sobre el papel dibujé una despedida.
Más tarde, no mucho más tarde,
apareció mi mano cogida de la suya
para nunca más abanicar el aire sola.
Con su calor compuse la mejor
sinfonía
y colmé de mis versos sus noches
y sus días.
Yo también tuve que cruzar un loco desierto
de años oscuros y de negras arenas secas,
de prosaicas dunas inmensas.
Pero siempre se repite el glorioso milagro,
cada día resucitan los poemas muertos,
con cada nueva amanecida.
Saldrá el sol de media tarde,
creará nuevos versos de imágenes antiguas.
Porque yo ya soy como ese sol de
media tarde
aunque mis versos los soñé
cuando amanecía.
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