EL SECRETO DEL LIMONERO
Hiere la mañana la piel recién despertada
con el frío —como puro acero a primera hora.
Llega, sin crepitar, el alma de olivo viejo,
el olor de sus ascuas en chimenea ajena.
El limonero lunero, fiel, guarda un secreto.
Anoche, solo con la luna, se lo contaba
entre los aromas de damas de noche y hierba,
entonces vestida de rocío, ahora escarcha.
No pude ni tan siquiera pronunciar su nombre
para evitar que el búho ladrón se lo llevara
y en su nido íntimo lo diera por alimento.
Guardé un susurro entre el azahar y los limones,
para en el alba helada salir a rescatarlo,
mas no pude encontrar ni el susurro ni su nombre.
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