Cuando todo se hunde a tu alrededor, cuando vienen mal dadas, consuela tener la esperanza del abrazo amigo, de la voz que te anima a seguir caminando a pesar de lo angosto del camino.
¿Y LAS MEDUSAS?
Pero ¿y las medusas en los remansos?
Nadie se atreve a entrar en esas aguas,
mejor mirar desde la orilla ajena
a cuenta del ahogo
de aquellos gritos sordos.
Pero ¿y los mil arroyos desbordados?
Ninguna mano detiene esas aguas,
mejor mirar la riada y su equipaje,
a pesar de fluir hogar,
historias y paisajes.
Pero ¿y los epígrafes de la ausencia?
Ningún cincel daña ya el mármol plano
al herir con un nombre su finura.
Espera una avenida,
paciente, blanco y ufano.
Pero ¿a dónde el amparo
de unos brazos clementes,
la oración al susurro de unos labios?
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