¿Quién no se ha encontrado,
alguna vez, al levantar la mirada, la mirada de una persona desconocida que se
cruza con la suya? una mirada que parece buscar nuestra complicidad, que
pretende decirnos algo, pero somos incapaces de descifrar qué...
TE LO COMPRO
Circulo rápido
rozando, según la norma, los límites.
Bordillos descarnados se suceden,
la piel cebril de calzada me frena
y allí aparecen.
Un espejo retrovisor, la Vespa,
devuelve el último rayo de sol,
ardor que ciega.
Son, sin embargo.
Son, más allá de mi conocimiento.
Son, atentos que el rojo torne a verde.
Levanto mi casco —poliuretano
forrado que soporta pensamientos—
y, al través del negro metacrilato,
nuestras miradas.
La mía imperceptible, oculta, anónima…
frontal la suya:
dos taladros que perforan el alma.
Así, como un taimado bandolero
agazapado en ojos ocultados,
le robé, canalla, su intimidad.
Quise descifrar en esa instantánea
el pensamiento que la acompañaba.
Lució al
fin verde.
Circulo rápido,
mas sigo ofreciendo lo que no tengo
por saber lo que esos ojos pensaban.
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