martes, 24 de agosto de 2021

21 de agosto de 2021

 

Las traiciones son úlceras abiertas en la piel de los recuerdos, supuran mucho y son las heridas más difíciles de cerrar y que, aún cicatrizadas, dejan huella a modo de feo costurón.

Yo hoy con este poema, zurzo con hilo de seda traiciones pasadas y me muestro ausente de rencores. Limpias ya mis heridas, aunque sean desagradables sus cicatrices.



NO PUEDO SER COMETA

 

No puedo ser cometa

pues no me fio del aire

ni ejercer cual emperador romano

si el destino depara a Mesalina

o, tal vez, a un tal Marco Junio Brutus.

 

Muero herido por un beso iscariote

y aún me sangra la frente.

 

Sufro la espada de Bellido Dolfos

sin llamarme Sancho II de Castilla.

 

Sigo vagando el mundo

y el sudor de mi frente

surte de asilo a la Eva primitiva.

 

Yo soy el hombre que llora,

grito grave que clama en un desierto

donde solo se oye el silencio agudo.

 

Me niego a partir en naos convictas

y al menor contratiempo

se forme ya un motín.

 

Ardo en un fuego ajeno,

al socaire oxigenado de un verso,

sofoco sus brasas en el olvido

y es por eso que aún puedo vivir.

 

Y quiero ser apenas un Cyrano

que en el acto final, esquiva suerte,

le desvele a Roxana

su verdadero aspecto.


 

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