21 de agosto de 2021
Las traiciones son úlceras abiertas en la piel de los
recuerdos, supuran mucho y son las heridas más difíciles de cerrar y que, aún
cicatrizadas, dejan huella a modo de feo costurón.
Yo hoy con este poema, zurzo con hilo de seda traiciones
pasadas y me muestro ausente de rencores. Limpias ya mis heridas, aunque sean
desagradables sus cicatrices.
NO PUEDO SER
COMETA
No puedo ser
cometa
pues no me fio
del aire
ni ejercer cual
emperador romano
si el destino
depara a Mesalina
o, tal vez, a
un tal Marco Junio Brutus.
Muero herido
por un beso iscariote
y aún me sangra
la frente.
Sufro la espada
de Bellido Dolfos
sin llamarme
Sancho II de Castilla.
Sigo vagando el
mundo
y el sudor de
mi frente
surte de asilo
a la Eva primitiva.
Yo soy el
hombre que llora,
grito grave que
clama en un desierto
donde solo se
oye el silencio agudo.
Me niego a
partir en naos convictas
y al menor
contratiempo
se forme ya un
motín.
Ardo en un
fuego ajeno,
al socaire
oxigenado de un verso,
sofoco sus
brasas en el olvido
y es por eso
que aún puedo vivir.
Y quiero ser
apenas un Cyrano
que en el acto
final, esquiva suerte,
le desvele a
Roxana
su verdadero
aspecto.
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