Tu aroma, el roce de tu piel, tu voz al oído, tu lánguido mirar, siempre la vida latiendo en el deseo de ti. (Click sobre imagen o enlace para ver videopoema)
DESEO
Rocé la piel sedosa de tus muslos
—con certeza de adentrarme en un Eden—
entre dos columnas de mármol rosa.
Quise acortar camino, llegar pronto,
para libar la flor de aglaonema
que luces sobre tu monte de Venus.
Se estremeció tu pecho en erupción
como volcán irredento y paciente,
la cera ardiente y la miel de tus labios
apresaron los míos, guiaron mis manos,
esas que fueron zarpas inexpertas,
ahora abanicos sobre tus senos.
De a poco el hombre se fue diluyendo
en sinfonía de besos y sudores,
tus ojos eran espejo de los míos,
y ya tu tampoco fuiste mujer,
éramos emulsión de los deseos
y la muerte exquisita de un suspiro.
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