Muchos conocéis que mi madre estuvo ingresada por una neumonía algo más de una semana, hasta el pasado viernes. A sus 88 años y con un ICTUS que, desde hace muchos años, le ha causado una hemiplejia izquierda, ahí sigue como una roca. Su deseo al salir de alta fue ver a su Cristo de la Misericordia y la Virgen de la Palma y, como mi hermana Pepi es doña conseguidora, allí que nos fuimos, este lunes, con los hermanos y cuñada de mi madre, algunos de sus hijos y sobrinos. Todos a una en la esquina de la calle Sagasta con María Arteaga a ver pasar a su cofradía. De estas vivencias surgió el videopoema de este finde, anticipado al Jueves Santo, aprovechando que en Andalucía es festivo. Espero que os guste. (Para ver el videopoema: click sobre imagen o enlace).
Sobre
el granito desnudo,
de
la encerada calzada,
quejas
de horquillas proclaman
el
paso de un Dios cautivo.
Suena
el oboe a flagelo,
la
tarde cae y restalla,
hiende
llaga en piel sagrada,
el
Hombre sufre de nuevo.
Rinde
el callado cortejo
luciérnaga
encapuchada,
y
otra vez de madrugada
siguen
el compás Eterno.
El
mar ora por los pasos
que
da el pueblo marinero,
el
cielo en la levantá
corona
en nubes la talla;
las
manos lava el canalla,
condena
al Puro de nuevo.
Tres
clavos al Nazareno
ni
un grito, siete palabras,
la
muerte con su guadaña
cree
vencer este juego.
En
la cruz sube Sagasta,
sobre
un calvario de flores,
detrás
le sigue Dolores,
advocación
de la Palma.
Una
garganta gastada,
de
una mujer que le llora
en
su sillita sentada,
le
grita a la inmaculada
tres
veces guapa, y le implora
por
aquellos que a su lado
a
su grito se conmueven,
mientras
aplaude la plebe
al
palio de la Señora.
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