Hoy se cumple un año en que las tropas de Putin comenzaron la guerra de Ucrania.
No escarmentamos, no aprendemos.
Desde el principio de los tiempos el homo sapiens se ha dedicado a inventar máquinas para matar, para disputar el territorio de caza y levantar fronteras ficticias que la naturaleza desconoce. Tarde o temprano pagaremos nuestra osadía y nuestra inusitada idiotez. Miles de años de evolución tan solo han servido para que perdamos el vello corporal, pues seguimos siendo el mismo mono, ahora desnudo, que agarra un palo para matar a su congénere por un simple plato de lentejas.
UN AÑO
Sílex, obsidiana, hueso o madera,
talla primitiva de caza o guerra,
forma del arma que a la muerte aferra,
imagen que de una mente partiera.
Por más que la víctima huir quisiera
de la crueldad de la mano asesina,
siempre vence la fuerza de la inquina
del cazador que persigue a su presa
y proclama, sobre su frente impresa,
la suerte ajena que el destino omina.
Oro en hojas del roble centenario,
en la alfombra carmesí del solar,
formaron de batallas dote y ajuar,
pasados los siglos del calendario.
Mortandad es ahora un mercenario,
y el sílex, hueso y la madera un dron
y sufren en silencio su pasión
las mismas victimas que huir quisieran
de aquel mal, que de las mentes partiera,
incapaces de sentir compasión.
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