sábado, 17 de septiembre de 2022

 Tarde o temprano, a todos nos llegará la hora de la jubilación. Para algunos será un abismo del que se desconoce la profundidad, para otros: horas vacías sin saber como llenarlas. Para los más, el descanso y la liberación de toda una vida dedicada al trabajo. 

Yo pienso que hay que tomársela al pie de la letra de su semántica. Jubilación viene de júbilo y la RAE nos dice en única acepción que su significado es:  Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores. 

Pues eso mismo, ¡Vivamos y compartamos la alegría de sabernos libres y jubilosos!


JUBILACIÓN

Una editada postal sin remite,

vacía de mensajes y proyectos,

es laguna épica de aguas pretéritas,

oasis ignoto de aguas futuras;

la siega de un inesperado otoño,

semillero de vida, siembra de horas.

—La noria llena la finita acequia

con el sudor de la frente de Adán.

 

Ardió la cera, se agotó la vela,

el sendero sigue por el abismo,

nace el vértigo de ignorar su fondo,

nos sentamos en el borde y apagamos

todo lo que fue, todo lo que fuimos.

Fundimos nuestra mente en la pregunta,

como el rosco en el mar de un mal naufragio

—¿y ahora qué?, y después de ahora, ¿qué?

 

La noria que rueda cambia su giro,

remites la postal llena de versos,

el oasis se abre en vergel de historias,

se recogen los frutos otoñales,

no arden las ceras, prenden los deseos

y el abismo cruel es ya una pradera.

Está por venir la hora de la siega

—¿y ahora qué? ¡ahora empieza la vida!

 


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