Pensamos que todo ha de tener un principio y, en nuestra bonhomía, no asumimos que a veces, también todo puede tener un final, incluso el amor...
EL ANCLA
Tú borneas sobre el ancla,
hundida, profunda y vana,
en el fondo de mi pecho,
rondando verdad y arana.
La borda se me hace inmensa,
la proa visión lejana,
el lago es ahora océano,
el tripulante ya es diana
por premura del asiento
de la cadena alazana.
hambre, sudor, aire y lágrimas
al capricho de tus ganas.
Quisiera llegar a puerto
y lanzar ciego la liana,
amarrar fuerte al noray
doliente en la atarazana.
Que me extirpen en su dique
las cadenas de tu cama,
y así, a pecho descubierto,
confesarle a la almohada:
¡existo como un sin ti libre,
sin anclas y sin morada!
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, decía Antonio Machado, la mía son recuerdos de un patio de Cádiz. Esta semana pasó por mi despacho, por una cuestión personal, un amigo de toda la vida y vecino, como yo, del Patio de Santa Teresa. Pasamos más de una hora rememorando nuestra niñez y juventud y las historias vividas sobre el albero de ese patio. Inspiración inevitable para el videopoema de este finde, va por vosotros, niños del Patio de Santa Teresa.
La última vez que estuvimos juntos fue en junio de 2013, hace 9 años (En el club náutico "Viento de Levante"), ya va siendo hora de reunirnos de nuevo.
CRÓNICAS DE ALBERO
ROMANCE DEL PATIO
Mis recuerdos
son de albero,
de balón de
reglamento,
BH con ruedas
infinitas,
rozaduras de
cemento.
La ropa tendida
como banderas,
apodos por
señas de los balcones,
color a madera —el
puesto de Luis—
cubos de basura
y los apagones.
Abascal apunta sobre
la estraza
la dita que
cuelga del mostrador,
sustento debido
por cada casa
cobrado por
semanas del fiador.
El elástico, la
comba, la lima
el mangüiti, la
rayuela, el coger
el pollito
inglés sin mover los pies,
partido de
fútbol, o el esconder.
Llantos curados
con saliva
—chichones y
moratones—
de la madre que
consuela
besos, mimos y
achuchones.
Patio de Santa
Teresa,
de San Leo y
Santa Estrella,
de las puertas
siempre abiertas,
de toda una
niñez bella.
Voces que
pintan las tardes
del color de los
deseos,
de tareas
olvidadas
en la maleta de
cuero.
Juanito,
Juanito ¿bajas?
¿Vecina tú me
has llamado?
¡que primero es
la merienda!
y ya está el
bollo formado.
Los pavos y
pollos sueltos,
Curro y su puro
cubano,
ceniza en los
chicharrones,
escaso aseo en
las manos.
El día de Reyes
que es un estruendo,
los niños sobre
el albero jugando,
los unos con su
bicicleta nueva,
otros con
equipación estrenando,
a los que nada
pusieron
solo los están
mirando.
Memoria en
patio de albero
con sus risas y
sus llantos.
Tarde o temprano, a todos nos llegará la hora de la jubilación. Para algunos será un abismo del que se desconoce la profundidad, para otros: horas vacías sin saber como llenarlas. Para los más, el descanso y la liberación de toda una vida dedicada al trabajo.
Yo pienso que hay que tomársela al pie de la letra de su semántica. Jubilación viene de júbilo y la RAE nos dice en única acepción que su significado es: Viva alegría, y especialmente la que se manifiesta con signos exteriores.
Pues eso mismo, ¡Vivamos y compartamos la alegría de sabernos libres y jubilosos!