domingo, 10 de octubre de 2021

Todos somos bien y mal, ying y yang, la maldad extrema no nos sirve, ni la bondad extrema tampoco. La primera: porque o matas, o te matan, la segunda: porque te toman por tonto. En  medio, infinitos pantones y colores, inabarcable escala de grises que nos aporta necesarios contrastes para poder elegir, para poder tomar una decisión, para saber distinguir. Nada es puramente negro o blanco.


Yo, nada sin ti; tú, nada sin mí

¿Somos acaso hijos de un mal menor?

siempre evitando ser en este mundo.

Los talentos  son siempre volitivos

callos de la razón y la conciencia,

el hábito que no hace al monje.

Surgimos de los estados del alma:

ora maldad, empapada de astucia

ora bondad, paz y sabiduría.

Si funden en perfecta proporción:

creadoras de belleza y armonía.

El placer, subordinado del bien:

carece de pasión y picardía;

si del mal: razón violentada y ausencia,

merma de conformidad y empatía.

Nada es sin su contraste

Yo nada sin ti.

Tú, nada sin mí.

Tú, ora maldad, ora bondad.

Yo, ora bondad, ora maldad.

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