Este próximo lunes se celebra el día de los abuelos. Os reconozco que tengo un trauma infantil al respecto, mientras mis amigos me hablaban de sus abuelos, los míos no llegué a conocerlos, el materno murió antes de que yo naciera y el paterno cuando tenía dos años.
Así pues, esta figura la viví a través de Antonio, el abuelo de Oliva, mi mujer. Persona afable y paciente donde las hubiera, lleno de bondad y sabiduría, el paradigma del abuelo clásico. Para ti este poema, abuelo Antonio te seguimos echando de menos.
LA CANCIÓN DEL ABUELO
Muy cerca se escuchó el canto del cisne
y confundió su canto Clitemnestra,
con la muerte y el lamento de Casandra.
Vida propia en la lágrima gastada
que corre por el cuero de su cara
curtido de surcos, iras y risas.
Una mina de plata en superficie
habla del valor de cada palabra
de cada silencio suelto en cascada
por sabios labios, por sabias miradas.
Es siempre paz con la lengua callada,
recuerdos libres hechos carne humana;
Suspiro que denota las paredes
que tiñeran de sangre sus ancestros
y hoy pintan de azucenas y azahares
hijos e hijas, nueras, yernos y nietos.
Vuela en el cojín del sillón mullido,
planea sobre dudas y certezas,
sobre el canto del cisne o del jilguero,
la canción del pirata del abuelo.
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