En estos tiempos de dureza mediática, de insensibilidad visual ante lo que nos muestra la pantalla de nuestro televisor, pudiera parecer que la ternura no está de moda...
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PREFIERO
Tal vez la ternura no esté de moda
tal vez se confunda con pusilánime,
o con un exceso de edulcorantes.
Puede que, el estruendo de los morteros,
atrone más que el trino del jilguero
o que la sonoridad de unos labios
compartiendo el sello de amor de un beso.
Quizás el pecho materno que ateta,
o la mano arrugada del abuelo,
o la mirada confiada del niño,
o la del lazarillo de algún ciego,
nunca ocupen portadas rotativas.
Nunca entenderá un corazón de acero
la lágrima caída al son de un chelo,
que nubla los ojos de despedida.
que allana ofensas y trae recuerdos.
No apreciará la paz de un mar en calma
ni los silencios nocturnos del monte,
ni el rumor escondido de un riachuelo,
ni la mirada infantil, casi cómplice,
ni la del padre que le lee un cuento.
La realidad se monitoriza,
se exhibe tal cual en pantalla plana,
aquella que nos insensibiliza
aún muestre el fuego de los infiernos,
callamos el rubor que nos provoca,
para que no nos juzguen como idiotas,
por el mero hecho de ser tiernos
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