No sé cómo, sin pedir permiso, la guerra se coló en el salón de mi casa, el sábado 7 de octubre...
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EN MI SALÓN
Hoy me puse a
escribir sin ganas,
pero la
pantalla plana
tomó la tercera
dimensión,
engrosó su
planicie con fuego y sangre,
el estéreo
vomitó un estruendo
y entonces
apareció en el salón de mi casa.
Les aseguro que
yo no la invité,
más ella carece
de educación y vergüenza,
entra en
nuestros hogares sin llamar
y logra
hacernos insensibles
estatuas de sal
sin volver las caras,
enmudece
nuestras conciencias
como polvo que
atora nuestros poros.
Cada mañana un
número
¿Desde cuándo
la muerte sabe de Estadística?,
ya no se si
pulsar el on del mando a distancia
o negociar con
el café matutino
la paz con mis
dedos,
achicharrados
por su taza.
No se si la
indecencia de un móvil descargado
vale la
electrocución de toda una vida.
No sé si la
mecha es instantánea
o es una mecha
retardada.
Tampoco me
explico
porqué es tan
fácil matar
y tan difícil
vivir.
Tan solo sé que
la guerra se coló
en el salón de
mi casa
y me habla de
muerte sin casa ni salón.
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